"Que triste vive mi gente en los techos de cartón. Que triste cae la lluvia en los techos de cartón".
Es una utopía asumir que sólo llevan una vida triste aquellos que hacen de su hogar una humilde casa, de techos de zing o de cartón... Rostros descalabrados y esperanza maloliente se ha convertido en una berruga en el pecho de aquellos que deambulan día y noche por la calle.
La indigencia no es producto de la pobreza, sólo es una cara esta. Están aquellos que son visibles, caminan de un lado a otro y duermen donde los agarre el cansancio o los efectos de la droga y el alcohol, que se han convertido en alternativas para poder aguantar el hambre. También están los que casi nunca vemos, esos que se han refugiando o internado debajo de los puentes, o como aquellos que han hecho de su hogar el Guaire, el río que atraviesa toda la ciudad de caracas, capital de Venezuela.
Que triste vive mi gente en las calles sucias de mi ciudad. Que triste cae la lluvia en los rostros estropeados por la desidia y la soledad.
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